miércoles, 10 de junio de 2015

Estilo de vida

Estaba pensando en la reapertura de O Fragón (Fisterra. A Coruña) y se me ocurrió que estaría bien escribir sobre esto. Sobre la humildad como concepto, como emblema, y la hipocresía en el mundo del vino.

Es un mantra. Las redes sociales son el paño de lagrimas donde una pléyade de individuos demuestra su malestar por una larga lista de cosas donde aparecen desde la forma de hacer vino de los demás, la viticultura natural y biodinámica, la distribución que hace de sus vinos aquel o el otro y un largo etcétera. Un campo enorme, creo yo, para que un equipo de psicólogos estudie el modo en que la envidia o simplemente la animadversión se hace sitio en colectivos concretos.

Esto viene al caso de algunas cosas que uno va leyendo en whastapp o en las redes sociales, al hilo de lo que hace uno u otro con  su vida. 
Para quien no lo sepa, "O Fragón" es un restaurante excepcional con 7 mesas en pleno centro de Fisterra, el fin del mundo conocido. Había cerrado pero diversas circunstancias provocan que tengamos una nueva oportunidad de gozar de un lugar excepcional.

Un lugar excepcional por su manera de reinterpretar la cocina de mar a un nivel desconocido en la zona. Excepcional por una carta de vinos responsable, cuidada e inteligente, que marida a la perfección y que ofrece vinos especiales a precios contenidos. Y excepcional porque Fran y Sefa lo hacen así. Y esto, queridos amigos, hay gente a la que le parece mal. Envidia, ese es el término que buscáis. 


Envidia es lo que parecen tener por el éxito de algunos en el mundo del vino ciertas personas. No hablo del éxito en la venta o el prestigio, no. Hablo del éxito personal que hay detrás de hacer uno lo que quiere y lo que le gusta. El éxito que subyace en comentarios que algunos y algunas dejan en las redes sociales y que destilan placer por hacer vino, o por la viña o simplemente por estar vivos y vivir de lo que amas. La envidia tiene muchas caras y, mas allá de la crítica mordaz está el comentario que se hace en privado a grupos y amigos para decir que fulanito o menganita mienten al decir que su vino es natural, o que aquella o aquel otro no dice toda la verdad sobre lo que le echa a su viña y a su vino para que sepa como sabe. Esto es el pan nuestro de cada día, para quien no se lo termine de creer.


Y esta mala baba, esta falta del respeto mínimo al personal, no lleva a ninguna parte. En mi vida me he empeñado siempre en escribir con mi nombre y apellidos cada cosa que se ha publicado por mi mano en internet y esto es así porque creo y mucho en que la gente tiene que poder defenderse si considera que algo de lo que se dice no se ajusta a la realidad o, simplemente, no está de acuerdo conmigo. Y expandir en redes o vía whastapp que alguien miente sobre su vino no deja de ser un chisme si esa persona no se atreve a decirlo en vivo y en directo, de forma colectiva y con algún argumento que sustente su afirmación. Yo, por ejemplo, creo que Peñín se equivoca al actuar de cierta manera en su inmersión sobrevenida en los vinos verdaderos (acaba de descubrir los de German Blanco, albricias¡) y lo digo porque considero que el momento para ese cambio era hace 10 años y no ahora. Lo creo y lo afirmo aquí y estaría encantado de discutirlo con el "gurú" porque estoy seguro de que aprendería un montón... yo, no el. 


Pienso en estas cosas y me acuerdo de Marcial Dorado Fariña, que hace unos albariños fantásticos. Este señor, mas allá de su nombre y apellido, nunca ha sido condenado ni por narcotráfico ni por blanqueo (su padre es el que está en la cárcel). Sin embargo, ha sido llamado a declarar en varias ocasiones por su relación filial con él. Y esas convocatorias han valido para que algunos justificasen el no consumo de sus vinos. Y que queréis que os diga, no.

No me parece justo que el presidente de la Xunta de Galicia sea fotografiado paseando con el padre, el condenado, en el yate del padre y sea votado masivamente en las siguientes elecciones, mientras a quien se acusa de cosas es a Marcial Dorado hijo. No me parece justo que se juzgue a algo o a alguien por las obras de sus padres, pero menos aún que eso sirva para menospreciar el trabajo propio de uno. No es justo. 

Yo, que he perdido a amigos por abusar de las drogas, creo que todo el mundo, todo, merece el beneficio de la duda. Y si uno es "hijo de" pero hace un vino cojonudo basándose en su esfuerzo, en su día a día y en su voluntad, al menos, por lo menos, uno debe ser visto con los mismos ojos que los demás. Al menos ser medido con el mismo rasero. Y no tiene porqué ser víctima de desinformados, resentidos o simplemente, excusa para decir "no quiero el vino de Marcial, porque sabe dios de donde sale". Así, tal cual.
De igual manera añado que si la justicia, después de las debidas investigaciones, demuestra que alguien actuó fuera de la ley y así lo expresa en un sumario o investigación oficial, cubierta con las debidas garantías legales, lo que hay que hacer es decirlo y hacerlo saber. Y criticarlo si cabe, faltaría. Pero después, y con pruebas documentadas. Crímenes por extensión filial....y la mitad del país es culpable de un genocidio. Ojo con esto. 

La duda es buena. La duda es la única manera de crecer, de mejorar, la única forma de aprender y descubrir. Dudar está en la base del método científico. Dudar siempre y de todo. Bien.
Pero no descreer. No negar porque si, por interés o por envidia. No negar o condenar por animadversión personal. Todos somos humanos, pero a veces parece que unos deben ser mas humanos que otros.

Es un estilo de vida. Ser receptivo a que las cosas pueden ser diferentes si se hacen de modo distinto. Discutir debatir y mantener una posición crítica pero reflexiva. Es jodido, ya lo se. Pero es la única manera de que todo cambie, para mejor.

Dicho esto, sois todos una banda de cabrones y merecéis el infierno..... 

No, en serio, sois de lo peor.    :-)


* Fotos: De Twitter.




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