viernes, 7 de agosto de 2015

El Mercader de Venecia

"Detente un instante; hay todavía alguna otra cosa que decir. Este pagaré no te concede una gota de sangre. Las palabras formales son estas: una libra de carne. Toma, pues, lo que te concede el documento; toma tu libra de carne."



"El Mercader de Venecia" es una de las obras de Shakespeare mas duras y controvertidas. El repelente mercader Shylock que, por puro odio a los cristianos con los que convive en la ficticia Venecia del autor ingles, prefiere cobrarse "una libra de carne, tan solo una libra, ni sangre ni hueso" a ver saldada su deuda en dinero, es toda una declaración. La relación entre judíos y cristianos en el siglo XVI era aún mas compleja que hoy en oriente medio. La forma en que los cristianos desprecian a los judíos que, sin embargo, son los tenedores del dinero y las propiedades con las que hacen negocio financiero es un claro reflejo del mundo que ocupamos y sus males. La necesidad de tratar con personas indeseables, odiosas, pero con las que no queda mas remedio que negociar si uno quiere desarrollar sus actividades es un mensaje. El que afirma que el dinero es un mal necesario y los que lo necesitan demuestran una debilidad perseguible.

Y en este contexto se desarrolla nuestro mundo. 

En las ultimas horas hemos leído en redes sociales a defensores y detractores del "establishment" que rodea al mundo del vino. A muchos nos disgusta el nivel de manipulación al que se llega en el intento de promocionar el vino. Nos molesta que se disfrace de concurso, se otorgue legitimidad y se defienda la limpieza de un sistema de elección totalmente contrario al criterio natural de elaboración del buen vino: el terroir y sus matices.

Si defendemos que cada vino es un universo en si mismo, que cada pequeña finca de la Borgoña merece un monumento, que una inclinación, un grado de orientación o un suelo de textura y formación diferentes influyen en un vino y en su calidad, ¿como podemos defender que un vino de  entre una variedad enorme de vinos puede ser considerado "el mejor"?

Aún mas, ¿quien lo dice?. El elemento que marca la diferencia entre unos y otros concursos, para muchos, pasa por el criterio del juez o jueces encargados de elegir. Y en este terreno es donde el fango se vuelve sopa y todo huele a podrido al sur de Dinamarca. 

Os voy a contar una historia. 

Todo lo que voy a contaros es real pero omitiré nombres de empresas y personas (o los ficcionaré) p ara evitar demandas, querellas y demás escollos en el camino de la verdad. Lo haré hasta un punto, en el que pasaremos a la vida real, porque hay cosas que merecen ser contadas. Tendréis que fiaros de mi, si queréis.

Un vendedor de vino recibía, hace unos meses, la visita de unos comerciales que decían venir en nombre de Bodegas "Chachipiruli". En su catálogo traían cinco vinos diferentes: un albariño 100% Salnes, un godello de Valdeorras, un Ribeiro, un Rioja, y un vino tinto de Jumilla. No eran distribuidores, no eran retallistas, eran bodegueros.
Su oferta, además, apuntaba maneras. Precios de derribo, producciones de un cierto tamaño. Como los registros embotelladores no mienten, tras la visita nuestro vendedor decidido consultar el registro y allí se encontró con un albariño elaborado por un tercero (una bodega "por-para"), en una bodega sin viñedo propio y que, por razones ajenas a todo esto supongo, acababa además de declarar suspensión de pagos. Un drama.

El hecho es que los vinos en cuestión tampoco tenían la peor de las pintas. Etiquetas de diseño, una información extensa y prolija y afirmaciones del tipo "Cepas de la zona de Meaño - Ribadumia, una de las más antiguas y que se cultivan para dar el más alto nivel en todas sus cosechas. Nuestro albariño acaba de recibir muy recientemente el premio del Mejor Vino Blanco con una de sus cosechas.. Vendimia a finales de septiembre para recoger la uva en plena madurez, vinificación tradicional, crianza en cubas de acero". 

Detalles. Cepas viejas, vino premiado, elaboración cuidada. El triángulo de la virtud en el vino.


De estos tres pilares para la venta general de vino el realmente complejo es el segundo. El primero, cepas viejas es tan relativo como que hay vinos de cepas con 15 años tan ricos como otros con 50 imbebibles. La viticultura, la vendimia y la elaboración pueden destrozar tantísimo un vino en bodega que la antigüedad de las cepas no suele ser garantía de nada. El tercer pilar, la elaboración cuidada, pasa por el mismo principio de sentido común y conocimiento por parte del autor del vino, por lo que el azar a veces o el buen tino otras son los únicos responsables de un buen vino. 

Sin embargo, la credibilidad es harina de otro costal. Un vino así necesita que el gran público acredite de su nivel sin necesidad de demostrarlo. La etiqueta lo viste, la palabrería lo adorna y el precio lo hace accesible, así que solo queda darle prestigio. Y, dado que los gurús cobran lo suyo por dar puntos, la segunda opción, asequible, es ganar concursos. Ganarlos, no participar en ellos. 
Así que nuestro estimado vendedor decidido fijarse en de donde salía el premio que nuestros comerciales decían que había recibido su vino. Y aquí es donde se enrosca la serpiente, es donde encontramos a Shylock y donde pasamos del relato de ficción a los hechos reales. El premio que nuestros comerciales aducían como símbolo de calidad y prestigio era el Vinoro.

De hecho no solo el Vinoro, sino también el "Gran Vinoro" (hago un  inciso. Oro denota top, nivel mas alto de calidad, super, total, maxi.... dar tras el premio Oro un "Gran oro" me desconcierta)
Estos premios, otorgados en el Hotel Ritz, salen de una cata que organiza una empresa, Alamesa SL. Esta empresa es la responsable de un buen número de concursos diferentes, sin aparente relación entre ellos. Es la empresa "que mas concursos oficialmente reconocidos por el Ministerio de Agricultura y Medio ambiente organiza en España" (ellos lo han escrito mal, pero es esto lo que quieren decir en su pagina web). Vino y mujer, Nuevo Vino, Monovino, Me Gusta, Premios Magnum (nada que ver con los que entrega el INGAVI, pero veo un problema de registros aquí)... todos los organizan ellos. Y el Vinoro.

Vinoro es una suerte de salón del vino en el que además se eligen vinos para premiarlos (ignoro como). Vinos, dicen, "con un atributo en común, han sido elegidos para la gloria", como reza en su web. La entrada al salón cuesta 30€. 

Aquí tenéis al organizador de nada menos que 8 concursos de vino. Ocho. Y digo organizador porque Alamesa es propiedad de un único gestor, Ernesto Gallud. 
Gallud Mira es el administrador único de Alamesa SL, director de Circulodelvino.com y, atención, secretario general de la AEPEV. ¿Que qué es la AEPEV?, ¿de verdad que no lo sabéis?, pues eso es que no me leéis. O que no me prestas mucha atención. Cualquiera de las dos cosas irá en vuestro beneficio. O no. 

En este post hablé sobre la AEPEV, la Asociación Española de Periodistas y Escritores de Vino. Una organización destinada, como tengo dicho, a legitimar cosas como, por ejemplo, los concursos de vino. Legitimar concursos de vino escribiendo sobre ellos desde la "independencia", legitimarlos hablando bien de ellos, dándole visibilidad. Sin maldad, sin ganas de liar a nadie. Legitimar diciendo que "probamos grandes vinos de la Rioja y la Ribera" o que "todos nos parecieron grandes caldos pero sin duda los premiados fueron los mejores". Frases sin mala uva, sin mala idea. Todo muy naif. 

¿Que grado de credibilidad tienen un concursos cuando quien los organiza es el máximo responsable de la patronal de los escritores de vino?...porque eso es lo que se arroga como entidad la AEPEV. Es "la" asociación. No hay otro organismo nacional de iguales características. Y es la patronal quien, además, organiza, desde una empresa privada, ocho concursos acreditados por el Ministerio de Agricultura. No se si la acreditación conlleva subvención, pero estaría bien saberlo.      

Mi problema en todo este tinglado es simple. No me creo ni una palabra. Pongamos que el presidente de la CEOE es, además, presidente de la FAPE (la patronal de periodistas) y su actividad privada consiste en organizar concursos para elegir "la mejor empresa", "la empresa mas responsable" o "la mas productiva". Este presidente ficticio es, además, secretario de ADENA y también organiza un concurso para elegir "la empresa más limpia y medio-ambientalmente responsable". Y, para terminar, en su web de comunicación sobre empresas, publica los resultados, da cobertura a los concursos y  los difunde, siempre desde su particular punto de vista. ¿A que sería genial que existiese alguien así?. Saldría a diario en los telediarios y seria fantástico verlo, cambiando de lado de la mesa, en las negociaciones de convenios colectivos. Groucho Marx estaría orgulloso.

Pues Ernesto Gallud tiene otra empresa, Soluciones de Marketing SL y una web, Tecnovino, que dice ser "el portal para el profesional de la industria vitivinícola" y que se dedica a difundir contenidos sobre el mundo del vino (generalista, no del tipo elaboración propia de Vino Verdadero) entre los que se incluyen las informaciones relativas a los concursos que organiza. Lo cual es limpio como una patena, legalísimo y super-razonable. Pero no se hasta que punto es bueno para el mundo del vino. De hecho, creo que es bueno para alguien, pero ignoro si lo es para los vinos que me gustan a mi. Porque, si no podemos creer en la justicia de algo, ¿que nos queda?. Cuando no te puedas fiar ni de quien juzga ni de la independencia de su juicio, ¿que nos queda?...¿la fe? 

Este es el panorama. Esta es la realidad de lo que se cuece tras los concursos y, por si alguien echa en falta los dos mas conocidos, Zarcillos y Bacchus, dado que ya hablé de ellos y de su nexo de relación (la famosa OIV) en Rooster 3 "Hasta que llegó su hora", no me voy a extender mas. 

Esta es la situación y yo, particularmente, no me veo preparado para arremeter contra toda esta componenda mas allá de contando que hay personas detrás que se lo montan ". Uno piensa en un concurso y piensa en un grupo de aspirantes a la excelencia bajo el escrutinio de una serie de cualificados jurados que, desde su absoluta sapiencia y ecuanimidad, deciden quien y porqué es el mejor en lo suyo. Y nada mas. Y nada menos. A mi "concurso" no me suena a empresa, no me suena a tenderete ni me suena a suma de intereses. Y eso son los concursos de vino, me temo. La mayoría al menos. Alguno habrá que se salven. 

Por ir terminando, volveré a Shakespeare, que no suele fallar si de filosofar sobre justicia y sus límites se trata. Del propio Mercader de Venecia:


"La apariencia no es siempre la verdad:
al mundo lo engaña el oropel. 
En un juicio, ¿qué infame defensa no puede
encubrir su maldad bajo el manto
de una voz armoniosa? En religión,
¿qué herejía no sabrá bendecir
un digno varón apoyándose en los textos
y cubriendo el desatino de ornamento?
No hay vicio tan simple que por fuera
no muestre señales de virtud..." 


No hay vicio tan simple que por fuera no muestre señales de virtud.





* N. del autor: con la información ofrecida mas arriba solo pretendo constatar un hecho; que los concursos de vino son una actividad económica que implica a personas y empresas legalmente establecidas y que son las mismas que realizan actividades de información y promoción del vino.
En ningún momento se pretende discutir, poner en duda o menoscabar la correcta acción económica de las citadas empresas y las opiniones aquí vertidas lo son solo en un sentido moral y filosófico. 

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