martes, 19 de abril de 2016

Banalidad

Andy Warhol, además de su conocida faceta como artista, cineasta y esteta de su generación, ejercía también como introductor de galeristas. En realidad, su especial situación, como pivote para importantes corrientes culturales y artísticas en los 60, 70 y 80 del siglo XX, le ofrecía la oportunidad de llegar a fenómenos como Jean-Michel Basquiat antes de que se hiciesen populares y conocidos para introducirlos así en el circulo del arte profesional (del caro, para entendernos).

Este apunte viene al caso del particular estilo del pintor neoyorquino pero de origen haitiano. Basquiat, además de pintor era también poeta y músico y su pintura está enraizada en múltiples estilos: Polock, Kline, Dubuffet... le gustaba todo (o casi todo). Pintaba en lienzo, en paredes, en madera, dibujaba. Era un arrebato estético pero, como tal, tenía seguidores y detractores a partes iguales. Y la razón de esta dualidad es un ejemplo de aquello a donde quiero llegar: si desnudamos de subjetividad el arte, la expresión artística, lo que quedan son las matemáticas. Y dos más dos son cuatro. Lo son, no le deis más vueltas.

Si al vino le quitamos la magia, Don Simón y Elegido son cuatro. No sé si me explico.

Sin glamour, sin filosofía e historia, sin hacer patente el trabajo en la viña, sin revolución, sin distinción, sin espíritu y disposición a la disidencia, sin rechazo al capital y al establishment, sin devoción al campo, sin frikismo y sin interés por conocer, por explorar, por aprender... sin todo eso un Goliardo Caiño del 2009 y una botella de Marques de Caceres son dos vinos tintos. La única diferencia son las matemáticas y, con ellas, uno cuesta 25 euros y el otro 13. Y uno de los dos, además, "es un reserva".

La distancia real entre lo que yo y otros pocos (cada vez menos) defendemos es banal. Para la inmensa mayoría de los consumidores de vino, desde los habituales a los esporádicos, el modo en que se hace el vino, la forma en que se trata al viñedo, la manera en que se comercializa, son cuestiones triviales, insustanciales, o de poco interés. Lo suyo es que aquello, al final, sea asequible y sepa a vino. Y, además, que sepa a vino bajo una serie de cánones claramente establecidos durante décadas y que marcan que el primero de los dos vinos que cito más arriba "no sabe a madera" y "no está etiquetado como reserva", así que: ¿por qué habría de ser más caro?, o aún más allá, ¿por qué habría de ser "mejor"?

Esto que antes decía del glamour es otra cosa jodida de explicar. En el mundo enofriki, el glamour lo tiene quien lo tiene. Por ejemplificar; pongamos un vino elaborado en Ribeira Sacra, de viña con más de 30 o 40 años, en un paraje de singular complejidad y belleza, por un enólogo/elaborador, hombre o mujer, con una historia personal lo más atormentada posible y que, además, ofrece un discurso medioambientalista, de defensa de lo propio, con profundos conocimientos de la zona y de la uva y que sabe vender esa supuesta imagen "outsider". Bingo¡, éxito seguro.
Se venderá como rosquillas.

Aún mejor, se venderá por el doble que los demás de la misma categoría, lugar de procedencia y uva, tengan o no contraetiqueta. Y, una vez el vino se venda, una vez logre clientes, logre posiciones en cartas de restaurantes más o menos prestigiosos y una vez se haga conocido para el universo enofriki, ya tendrá asegurada su subsistencia. Incluso podrá pensar en hacer más vino.

La banalización se supera asumiendo que, en este país, la televisión con mayor audiencia es Telecinco. "Mujeres, Hombres y Viceversa", "Salvados", "Gran hermano VIP"... fórmulas que arrasan. España es el mayor fabricante de ignorantes e indocumentados de Europa, mano de obra barata y una generación de pelanas y portadas del Interviú en potencia. Y en este contexto, o uno es del montón y pelea a ras de suelo o intenta levitar al menos a 3 centímetros de la tierra. Y ese glamour, esa banalidad, ayuda a flotar. Y a levitar, sobrevolándola, la estupidez imperante, también en el consumo.

Lo que me parece profundamente peligroso, y hay hoy mismo varios ejemplos que lo acreditan, es querer vender la moto de que para salvar al sector del vino hay que hacer que todo, todo, carezca de valor real para el gran público. "Lo importante es que beban vino", es un arma de doble filo que termina, en mi opinión, con la justificación precisa para que alguien pague, de buenas a primeras, más por una botella de Goliardo que por otra de Marques de Caceres Reserva. O ya puestos, pague el triple por un albariño Tricó de 15 euros que por un Protos verdejo de poco más de 5. ¿Por qué?. ¿Que razón hay, sin conocer a José Antonio Lopez, su viña y su especial testarudez, para pagar tres veces mas por su vino blanco seco que por otro que, además, vas a encontrar por doquier?. El Tricó es "rara avis", con poco más de 30.000 botellas frente a los 2 millones que Protos hace de su verdejo.

Sin filosofia, sin historia, sin hacer patente el trabajo en la viña, sin revolución, sin distinción, sin espíritu y disposición a la disidencia, sin rechazo al establishment, sin devoción al campo, sin frikismo y sin interés por conocer, por explorar, por aprender... sin todo esto, ¿qué nos queda?... las matemáticas. Y nada más.

Basquiat murió a los 28 años de sobredosis. Por uno de sus cuadros se llegaron a pagar más de 11 millones de dólares. La belleza intrínseca de sus obras, que para el gran público pueden ser únicamente garabatos infantiles, la ve con claridad un puñado de personas. Otros nos limitamos a tratar de ver que es lo que nos produce cuando los miramos. Inquietud, alegría, interés, desprecio. Es arte y, como tal, es la cumbre de la subjetividad. Mientras, una inmensa mayoría...mira el precio. Y aún para unos pocos, ese precio es el que es porque la estupidez humana no tiene límite. La belleza, la calidad o la técnica, incluso la pura subjetividad, carecen de sentido para ellos. Son cuadros caros porque siempre hay alguien dispuesto a aparentar. Y punto.

Igual que en el vino pero con una diferencia. A Warhol en el vino lo correrían a gorrazos y lo empujarían a exponer sus obras en el próximo reality de Telecinco.
"Puto viejo pirado", dirían, "a donde vas, pintando latas de sopa...será subnormal".

Lo importante es que beban vino. Que beban. la magia, la poesía, el glamour.... no venden. Lo que vende es Alimentaria y las ferias de Peñín....y el Gran Hermano.

A ver si así






*Fotos: de Basquiat, en la web, del Goliardo en Larpeiros en Cantabría y del Tricó en Enofílicos


4 comentarios:

A este lado del Duero dijo...

Analizar el vino como muchos lo hacéis, desde el cariño que se le brinda a la viña, el trabajo de poda en pendientes de 60º, cómo se va a efectuar el envejecimiento del mosto, o la pasión del enólogo al hablar de su vino… no llega por arte de birlibirloque. Me imagino que muchos de vosotros habréis empezado vuestra pasión por vinos muy básicos, simples, anodinos. En algún momento, por algún motivo, habréis empezado a probar vinos distintos, más complejos, es decir, habéis adquirido una cultura, habéis empezado a valorar porqué un vino cuesta 15, 20 ó 35€. Por mucho que haya gente que se empeñe, España JAMÁS ha tenido una cultura por el buen vino. Nuestros abuelos bebían mucho vino, si, pero no bebían mucho vino bueno. Eso no es capaz de generar una cultura por y para el vino, como mucho genera una cultura de consumo de alcohol, que es lo que tenemos hoy en día. No podemos exigir al consumidor de Marqués de Cáceres, de Azpilicueta, Beronia, Protos, Tamarón, Mayor de Castilla, etc.; que se gaste el triple o el cuádruple por un vino que le va a aportar poco o nada más que el vino que toma todos los días. Quiero decir, hay que gastarse unas cuantas veces 15 € en una sola botella de vino para aprender la diferencia con uno de 5 o de 7€. Los que nos estamos aficionando al vino, aún nos estamos “quitando” de comprar vino en el súper e ir comprando en tiendas especializadas. Detrás de esto hay motivos económicos –los sueldos son los que son y gastarse 30€ en dos/tres botellas de vino lastra el gasto en vino y alcohol el resto del mes; y motivos prácticos: es más fácil ir a un super/hiper que ir a una tienda especializado o esperar a que te llegue a casa el pedido de internet. Siguiendo tu metáfora del arte abstracto, no se puede pasar de Mortadelo y Filemón a Pollock, antes hay que pasar por Escher, Moebius, Mondrian, Rothko, y ese es el quid de la cuestión, a día de hoy no existe ese “intercambiador”.

Smiorgan dijo...

Plas, Plas, Plas!
Pedazo de post, amigo JL. Si Señor. Suscribo TODO lo que dices.
Saludos.

Toni dijo...

Interesante post. Por cierto. No me gustó nada en su momento el Goliardo Caíño...

José Luis Louzán dijo...

A este lado....:

Ese es el quid de la cuestión. Eso que llamas "intercambiador"y que es lo que otros llamaban el "real torcedor". Algo, alguien o algunos que generaran, promoverán o crearan un método, clima o sistema que hará que se valore como es debido a unos y no a otros, al estilo de lo que se hace en otros sectores por pura inercia o porque llevan años trazando lineas claras que separan lo mediocre o lo común (que no tiene porqué ser mediocre) de lo extraordinario. Incluso cuando esa condición de extraordinario se adquiere por méritos pasados (la marca, el legado, etc) y no por hechos presentes.

Pero yo creo, y pienso que no estoy equivocado, que promocionar como uno más un vino industrial minusvalora a los diferentes, a los interesantes y que, como bien dices, además suelen ser más caros. No creo que esa sea la supuesta democratización que se busca ni el "real torcedor". Creo más bien que hace publicidad gratuita a empresas que ya se gastan un dineral en publicidad pagada porque pueden. Y que, de paso, provoca la pregunta que decía entre el público que se inicia en el mundo del vino "¿Por qué he de pagar más por eso, si lo anuncian como bueno los mismos que me dicen que son buenos los vinos esos otros vinos de 15€?"

No se si me explico, pero no se como decirlo de otra forma.

Gracias por tu respuesta

Smiorgan:

Gracias amigo :-)

Toni:

Gracias Toni. Para gustos colores....y vinos, ¿no? :-)